| Recordar
es vivir, y yo lo puedo hacer. Parece mentira, en este mes de Octubre, un 20 por
cierto de 1972, ingresé a una gran empresa estatal llamada TELECOM, hoy
ya extinguida por cuenta de un gobierno absurdo que se precia de ser bueno y de
creer que todo lo que produzca en la Nación hay que venderlo o acabarlo.
Dicen por ahí, "que cada País tiene el Presidente que se merece".
Por eso tenemos al actual, dirigiendo las riendas del nuestro (me produce repugnancia
escribir su nombre). Qué triste es esta historia de la otra Colombia, que
gente como yo esperábamos.
Comencé
laborando en un cargo humilde, el de mensajero, ese que repartía telegramas
puerta a puerta, al sol, al agua, y al frío, por supuesto, que en Bogotá
no se rebaja; mi inquietud por salir adelante no dejó que calentara mucho
tiempo ese cargo. Presentándome a diferentes concursos, logré escalar
posiciones sin tener que recurrir a los famosos "padrinos", esos que
se consiguen en todos los lugares, no tenía los medios económicos
para sostenerlos. Logré la meta, salí adelante, me fue muy bien
gracias al Todopoderoso.
¿Por
qué este preámbulo? Pues porque quería escribir algo sobre
la jubilación, que es la mejor bendición que recibimos quienes la
alcanzamos; a veces pienso, ¿será que los jóvenes de ahora,
lograrán llegar a coronar este deseo?, no creo. Así como vamos,
no.
El
jubilado es un fruto que se va madurando con el correr del tiempo, hasta llegar
a su máximo esplendor. Es como el Sol, radiante.
En
el fondo, muchos no quieren jubilarse, su deseo es seguir laborando, pero tienen
que hacerlo, es un derecho, y a este derecho no se puede renunciar. Al salir jubilado
le estoy dando la oportunidad a otro, así como me la dieron a mí,
este mundo es de oportunidades, no le cortemos las alas a quien viene detrás
nuestro, tratándose de abrir campo para subsistir en el diario vivir. Al
seguir laborando, los otros quedarán afuera esperando con su juventud la
salida del que se sabe ya cumplió su ciclo.
Al
jubilarse se siente mucha nostalgia, claro: la empresa, los compañeros,
el trabajo, el diario vivir, el entrar, el salir, en fin un sin número
de detalles que le van marcando a uno la vida y el paso de los años que
los vive más en el trabajo que en su casa; muchas veces se cree que es
más importante la segunda casa (la empresa), que la primera (la familia).
Se siente tanto amor por la empresa, primero por la oportunidad que le dio y que
lo vio crecer y protegió, y segundo, por las personas con quienes se compartió,
que brindaron las enseñanzas, por su antigüedad y que también
hicieron el viaje sin regreso. Por eso, antes de salir, toca darles a quienes
vienen detrás empujando, todo ese cúmulo de enseñanzas.
Ahora
me correspondió a mí, de eso hace diez años, recordar el
tiempo vivido de la juventud, que con el paso del tiempo, el cabello se volvió
blanco me dicen unos, otros lo llaman la nieve de los años, yo creo mejor,
que se volvió cenizo.
Y
todos los que allí llegamos, desde el empleado más humilde, hasta
el más encopetado, va por lo mismo ¡jubilarse! No todos lo logran,
unos se quedan en el camino, otros se van por mejores oportunidades, como independientes,
los del servicio al Estado seguimos en la brega, y cuando logramos el propósito,
decimos, valió la pena tanto sacrificio, tanto aguante. No
puedo dejar pasar inadvertido lo del quinquenio, es emocionante, mis primeros
cinco años, los diez, en fin, cuando se logra romper la barrera de los
veinte y los veinticinco y los demás, uf, el cuerpo ya cansado y gastado
por el duro trasegar de nuestros días, las arrugas apareciendo, vuelvo
y digo valió la pena, qué honor tan grande, es como recibir el título
profesional de Abogado, Medico, Ingeniero, etc. | | Valió
la pena pues, pasar la prueba, y qué decir la dicha del entorno familiar,
los que creyeron, y los que vaticinaron el fracaso. Al fin y al cabo, se logró
el objetivo, no hay vencedores ni vencidos. Hoy
por hoy encuentro jubilados y el tema obligado es: la próstata, el colesterol,
los triglicéridos, los riñones y ese bendito corazoncito que nos
hace estremecer. ¿Pero
qué hacer entonces cuando se consigue el objetivo?
El
reto está en prepararse para lo que viene, tratar de olvidar su trabajo,
es una etapa vivida y hay que superarla, el descanso es el mejor aliado, no es
lo mismo estar adentro que afuera, la vida tiene que seguir. No tuve la oportunidad
de asistir a cursos de "pre-pensionado", dicen que son muy buenos, se
orienta a la persona; son de gran valor, tratan de evitar los miedos y las incertidumbres
al enfrentarse a la nueva vida. A esta nueva realidad, hay que darle nuevos valores,
nuevos amigos, concentrarnos más a nuestra familia, estar más con
ellos, se trata ahora sí de compartir los años dorados con los que
verdaderamente amamos.
Olvidaré
pues aquel tiempo y que no volverá, viviré el presente, la tranquilidad
y la paz que tanto quise en mi corazón, y disfrutar al lado de los míos
ese don preciado que Dios me regaló, el estar puntualmente mes a mes, recibiendo
el fruto que sembré por tanto años. La felicidad más grande
que tengo ahora, la conseguí muy fácil, busqué a ese Hombre
que lo dio todo en el madero de la cruz, dio su vida por nosotros, su nombre es:
JESUCRISTO, no lo olvides, siempre lo vas a tener a tu lado, entrégale
tu corazón, es el mejor amigo, pídele lo que quieras y El te lo
dará, pero por favor pídele con Fe. Voy a finalizar con esto,
de un autor Anónimo: NO
TENGAS MIEDO
-
No tengas miedo de estar solo, de mirarte interiormente y de encontrarte en tu
silencio.
-
Ten miedo de ser un solitario, aislado de tus hermanos, desconfiado, sin amigos
y sin comunicación.
-Nunca
temas decir la verdad, o expresar con claridad lo que sientes y afirmar aquello
que has visto o has oído.
-Teme
más bien, engañarte a ti mismo, auto convencerte de la mentira o
colocar máscaras en tu rostro.
-Sé
tú mismo en donde estés, aceptando a los otros como son. Vive con
intensidad y dinamismo.
-Rompe
tus murallas y levántate; y la vida será para ti un canto, y cada
día será una fiesta. Gracias
por leerme,
ALFREDO
PÉREZ ARÉVALO Bogotá, Octubre 24 de 2006
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