| Bien
se sabe, que la historia como disciplina de las ciencias sociales, se ocupa de
la compilación y construcción del agregado teórico de cada
nación o región. Ella nos informa sobre el pasado de la humanidad,
que ha estado al servicio de investigadores de las ciencias sociales, de cronistas,
de maestros, de académicos consumados, como también, de aquellos
profesionales encargados de la conservación del patrimonio cultural de
un país, de las ciudades, de los monumentos arquitectónicos y de
los parques arqueológicos, entre otros.
De
allí que aquella cosmovisión de la historia como ciencia social,
está sujeta a leyes de la sociedad en los tiempos y espacios propios de
aquel pasado de la humanidad, suscrito al desarrollo de la civilización
a lo largo de los tiempos y por ende al progreso de la cultura de cada contexto
humano.
El
estudio metódico de la historia, no trata solamente de la constatación
de los hechos destacados, en sus múltiples relaciones de contenido, sino
también el método y la apreciación con que se aborden los
acontecimientos compilados por el investigador, siempre y cuando se actué
con criterio realista, futurista y educativo, que represente con objetividad el
desarrollo de la cultura de cada pueblo o nación. La
historia como ciencia del desarrollo de la sociedad, es un pilar muy importante
para el avance de la cultura. De allí que la enseñanza de esta disciplina
y su estudio meticuloso son indispensables para el adelanto de una región
o nación en sus distintos campos, pero fundamentalmente para la educación
de un pueblo, siempre que este focalizado en las gentes que lo habitaron y de
aquellos que lo moran, sin dejar de lado el referente económico y político,
entre otros. La historia, en su concepto estricto, nunca ha sido indiferente al
destino de los pueblos, ni a las ideas de los mayores. Por ello su abordaje requiere
de un método histórico práctico, que no des vie lo construido
por las generaciones precedentes. Desde esta mirada, la historia ha sido siempre
un camino eficaz para el desarrollo del conocimiento de cada lugar, y así
mismo ha sido considerada como una parte esencial de la cultura humana, y de cómo
evolucionan los pueblos. La
línea de desarrollo de la disciplina que construye los hechos históricos,
se ciñe al acontecimiento y a reconstruir aquellos pormenores de tiempo
y lugar de esos posibles eventos, con el propósito de dejar una buena crónica,
pues la nuevas tendencias permiten asumir la construcción de una historia
del tiempo presente, dado que dicho ejercicio concibe el estudio de cada acontecimiento,
que estimula la invitación a pensar, a encuadrar y a contrarrestar todos
aquellos diversos sucesos significativos, estableciendo en dicho ejercicio una
diferencia entre el oficio del historiador y de aquel que usualmente asume el
periodista, en un presente más inmediato.
A
partir de esa mirada se requiere de un espíritu nuevo que permita avanzar
con una visión de contenido amplio, más concreto y crítico,
que supere aquel trabajo lineal de concepción parroquiana, que puede marcar
el estancamiento cultural de una sociedad. Al respecto, evaluando las publicaciones
de la provincia de Ocaña, en distintos tiempos y momentos, con singular
excepción se pueden referenciar algunos excelentes trabajos, entre los
que se destaca la calidad conceptual y cronológica, desarrollada intelectualmente
por Benjamín Casadiego, en su obra titulada, "Espacio, tiempo y memoria
- Historia y arquitectura en la región del Carmen, Norte de Santander,"
2011. En
esa línea académica, el desarrollo de los estudios históricos
deben continuar estimulando significativamente la consolidación de las
ideologías y el alcance de la respectiva soberanía de cada región
y país. De igual manera, la historia debe registrar los errores y faltas
graves de gobernantes y de ciertas grotescas personalidades, como también
los crímenes y traiciones de uno y otro lado. | | Resulta
claro e indiscutible, que la historia apalanca la construcción y marcha
económica y política de una nación. Por todo lo que ella
representa, se hace urgente y necesario seguir los pasos de la academia, estimulando
aquellos nuevos coterráneos que surgen con espíritu vigoroso, quienes
deben escudriñar los acontecimientos del pasado, con una mirada acuciosa
del desarrollo de los pueblos en sus diversas vertientes y tejidos del país,
región, o de la sociedad en particular. | | |
Para ello se hace necesario conocer la dimensión geográfica, económica
y política del contexto, o de aquel segmento histórico seleccionado
previamente. De allí que sea necesario que cada estudio tenga presente
aquellas tendencias políticas, sociales y económicas manifiestas
en las diversas regiones, los estudie, los encuadre y los referencie lejos de
sesgos en aquellos pormenores de la cultura política y económica,
como de los comportamientos de cada grupo social.
Sin
embargo, aquel paradigma de reseñar la historia, es algo así, como
encuadrar procesos y ordenar los acontecimientos, que puede traducirse en un refregón
ideológico frente a concepciones sobre los colonizadores y colonizados,
de las culturas o subculturas de ayer y hoy, que giran posiblemente alrededor
de ideologías o de supuestos prejuicios sociales, políticos y económicos,
de cuyos constructos no sabemos si son una verdad histórica, o un novelón
añojo. Desde estos constructos, ciertos académicos manifiestan que
la verdad histórica no existe, y que llegar a ella con objetividad es casi
imposible, pues mucho de esos contenidos pueden encontrarse muy enmarañados,
como si una mano intrépida hubiera puesto allí su ley, con una particularidad,
que en esas reseñas históricas difícilmente aparece la gente
del común, aquella que solamente existe para sufrir los avatares de las
cosas que otros deciden. Des de esa reflexión no falta quien abandone el
ejercicio de construir narrativas de línea histórica, que en algunos
casos es prefiere callar y parar, como aquello que le puede estar sucediendo a
quien escribe estas notas.
Frente
a estas reflexiones solo se espera que mentes juiciosas desenvuelvan este paradigma
con objetividad. Propuesta que a mí entender se muestra lejana, y que solo
puede ser consideradas como invenciones de las circunstancias humanas, para lo
cual no existe una respuesta a la vista. Posiblemente estas reflexiones partan
de nuestras dudas y de ciertos constructos mentales analizados con marcada franqueza,
en aquella cotidiana obsesión de preocuparnos por estos quehaceres, en
el devenir de estos nuevos tiempos, yendo por la vida buscando y reconociendo
al otro, sin ser prisioneros de la caverna de Platón, en la que creía
que las sombras que se movían en la pared eran la realidad, o estamos viviendo
un mundo de ilusiones.
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